Por Pedro Bolaño.
En Santa Marta, hay una melodía que resuena con fuerza, y su compositora es Aldenora. Más que una simple formadora musical, ella es una arquitecta de sueños y un faro de resiliencia. A través del Taller Cultural Cusamba, Aldenora ha convertido la música en un acto de amor y activismo, un pulso vital para una identidad cultural que se niega a ser silenciada.
Para Aldenora la música no fue una elección, sino un legado familiar. Ella confiesa que su padre le enseñó un ritual que va más allá de las notas y las partituras: es un ritual de emociones. Para ella, la base de todo es entender cómo se siente cada niño antes de que toque un instrumento. Su arte es una «declaración personal» que lleva en la sangre, y su objetivo es que los demás también lo sientan. Este sentimiento se ha transformado en un acto de resistencia cultural en los barrios de Santa Marta, donde cada clase es un acto de pura expresión.

Creando artistas, forjando identidad
En un mundo saturado de ritmos comerciales, el mayor desafío de Aldenora es mantener viva la música tradicional. Su verdadero triunfo no radica solo en enseñar a tocar un instrumento, sino en lograr que los niños de su Grupo Musical Cusamba, se apropien de su identidad cultural.
En sus talleres, la mujer caribeña adquiere un nuevo protagonismo. A través de la danza y el movimiento, las niñas infunden una sensibilidad y nobleza únicas en el grupo. Más que simples músicas, son guardianas de una herencia que demuestra que la feminidad es sinónimo de poder y arte.
La filosofía de un millón de universos
«Uno que haga falta, es un millón que me va a hacer falta» es la frase que resume la filosofía de Aldenora, ya que para ella, cada niño es un universo. Su mayor desafío no son los recursos, sino mantener a los niños motivados, guiándolos con paciencia y constancia en el proceso de aprendizaje.
Cuando surge un bloqueo creativo, la solución es simplemente escuchar. Aldenora se pone en los zapatos de sus estudiantes, incentivándolos a proponer ideas y a co-crear. En su método, no hay directores autoritarios, sino una comunidad donde la opinión del saxofonista más joven es tan valiosa como la de la maestra.
Un llamado a valorar lo nuestro
El mayor triunfo de Aldenora fue dar el primer paso el 27 de enero de 2019, superando el miedo con la convicción de que «sí podía». Hoy, su mensaje es un llamado urgente a toda Santa Marta para que valoren la música y a los jóvenes artistas. Ella pide a la comunidad que se involucre, que asista a los eventos culturales y apoyen tanto a sus niños como a todos los gestores culturales y músicos que luchan por mantener viva la identidad de la región.
El trabajo de Aldenora va más allá de la música. Su misión en esta vida es construir comunidad, sanar heridas sociales a través del arte, y recordarnos que la verdadera identidad samaria reside en el apoyo mutuo. Ella, es la prueba viviente de que con pasión y perseverancia, una sola persona puede cambiar la sinfonía de toda una ciudad que por herencia ancestral, es totalmente musical.
Aldenora es música, es feminidad, es alegría y Samariedad. Su historia representa la de muchísimas mujeres samarias que llevan en su adn el encanto del sonido de la Sierra Nevada y el mar.